21 abr 2014

La Importancia de los Acidos Grasos Esenciales

Las grasas son una serie de compuestos que tienen en común ser insolubles en agua y solubles en determinados disolventes orgánicos. Los ácidos grasos forman parte de la composición de las grasas y ejercen diversas funciones fundamentales en el organismo: constituyen una importante fuente de energía, son un componente esencial de las membranas de todas las células e intervienen en el control y regulación de una gran variedad de procesos vitales como la coagulación sanguínea, la respuesta inflamatoria, la regulación de la temperatura del cuerpo, el funcionamiento normal del cerebro, o la salud de la piel, uñas y cabello, entre otras muchas funciones.
Existen también diversos tipos de ácidos grasos, que se agrupan en tres familias: omega-3, omega-6 y omega-9.
Ácidos grasos esenciales
Algunos de los ácidos grasos reciben el nombre de esenciales, porque el organismo no puede sintetizarlos, sino que es necesario que se obtengan a partir de la alimentación. Son el ácido alfa linolénico (de la familia omega-3) y el ácido linoleico (de la familia omega-6).
El ácido alfa linolénico se encuentra en el pescado, semillas de lino, vegetales de hoja verde, aceite de canola, o nueces.
El ácido linoléico se encuentra en los aceites de girasol, cártamo, sésamo, maíz borraja y onagra.
Beneficios y propiedades del omega-3
Las principales investigaciones sobre los efectos de los ácidos grasos se han centrado en el ácido graso omega-3, habiéndose demostrado claramente que reducen el riesgo de enfermedad cardiaca. La American Heart Association recomienda comer pescado al menos dos veces a la semana, especialmente pescado graso como caballa, trucha, arenque, sardinas, salmón y atún blanco.
El consumo de ácido graso omega-3 reduce la inflamación y puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como cáncer, artritis o enfermedades del corazón. Estos ácidos grasos se encuentran en altas cantidades en el cerebro y parecen jugar una función muy importante en el funcionamiento cognitivo. De hecho, los niños que no han recibido suficiente cantidad de ácidos grasos omega-3 durante su gestación tienen un mayor riesgo de presentar problemas visuales y del sistema nervioso.
La importancia del equilibro entre ácidos grasos
Para que los ácidos grasos puedan ejercer su función correctamente es muy importante no solo que existan en cantidades suficientes, sino también que haya un adecuado equilibrio entre las cantidades de omega-3 y omega-6. Los primeros ayudan a reducir la inflamación, mientras que los ácidos grasos omega-6 estimulan la reacción inflamatoria.
Una alimentación sana, como la dieta mediterránea, ayuda a mantener este equilibrio porque contiene alimentos ricos en omega-3, como cereales integrales, frutas y verduras frescas, aceite de oliva, pescado, o ajo. Sin embargo, en muchos países occidentales la alimentación tiene un contenido mucho más elevado de omega-6 que de omega-3. Este desequilibro se debe a diversas razones, como:
    Disminución del consumo de alimentos ricos en omega-3.
    Consumo de cereales refinados en vez de integrales.
    Aumento de la ingestión de azúcar (que interfiere con el metabolismo de los ácidos
   grasos).
    Aumento del consumo de grasas hidrogenadas.
    Deficiencias nutricionales (la vitamina B6, por ejemplo, es necesaria para el
    metabolismo de los ácidos grasos) y el aumento del consumo de fármacos.

Síntomas de deficiencia o desequilibro de ácidos grasos
    Piel seca y/o agrietada
    Ojos secos
    Caspa
    Irritabilidad
    Cabello seco
    Uñas blandas y quebradizas
    Sed excesiva
    Heridas que tardan en curar

Enfermedades asociadas con la falta o desequilibrio de ácidos grasos:

    Asma
    Diabetes
    Artritis
    Eczema
    Fatiga
    Hiperactividad
    Cáncer
    Depresión
    Caída del cabello
    Lupus
    Hipertensión
    Enfermedad cardiovascular
    Problemas de memoria
    Esquizofrenia
    Enfermedad de Alzheimer

PRINCIPALES PROPIEDADES DE LOS OMEGA-3
-Reducen el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, previenen la formación de trombos y coágulos sanguíneos y mejoran el tono vascular.
-Controlan el nivel en sangre del colesterol y los  triglicéridos.
-Ayudan a reducir la presión sanguínea, sobre todo si se padece hipertensión. Eso reduce el riesgo de eventos cardíacos adversos.
-Regulan el ritmo cardiaco evitando arritmias que pueden ser fatales.
-Son precursores de las prostaglandinas que intervienen en la agregación plaquetaria impidiendo las trombosis y la arteriosclerosis.
-Mantienen la flexibilidad de las membranas celulares.
-Favorecen el perfecto desarrollo del bebé antes y después del parto.
-Alivian del dolor y la rigidez en casos de artritis reumatoide o de gota.
-Tienden a disminuir la inflamación, un proceso que subyace en un amplio espectro de enfermedades como la artritis, el asma, la colitis, la psoriasis e, incluso, las enfermedades arteriales.
-Mejoran la dermatitis seborreica infantil.
-Protege a los fumadores de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica.
-Disminuyen la probabilidad de recaída en la Enfermedad de Crohn (inflamación crónica del tracto gastrointestinal).
-Favorecen la salud del sistema nervioso y fortalecen el sistema inmune.
-Estimulan la secreción de elementos químicos que influyen en la actividad eléctrica del corazón, tienen un efecto calmante en el cerebro, suben el ánimo y aumentan la concentración.
FUENTES NATURALES DE OMEGA-3
-La carne de los animales marinos.
-Los pescados grasos o azules: sardina, boquerón, caballa, palometa, chicharro, atún, salmón, anchoa, anguila, arenque, etc.
-El aceite de pescado y de mamíferos marinos como focas o morsas.
-Mariscos como los mejillones, las ostras o los berberechos.
-Frutos secos: especialmente las nueces, avellanas y pipas de calabaza.
-Las semillas y aceites de soja, calabaza, cáñamo, lino y germen de trigo.
-Las espinacas, el repollo, la lechuga y el brécol.
-La leche materna es una buena fuente de omega-3 aunque se ha demostrado que la cantidad de DHA –uno de sus ácidos constituyentes- decrece a partir del primer hijo.
 OJO CON LOS EXCESOS
Recuerde el lector, en todo caso, que si la carencia de estos ácidos es negativa no menos peligroso es el exceso. Por eso, cuando se recomienda una dosis de ácidos grasos poliinsaturados del 7,5% respecto de las calorías totales se está estableciendo un límite mínimo pero también existe un máximo porque si el porcentaje se eleva por encima del 12% puede producirse un descenso del HDL (colesterol bueno) al tiempo que puede aumentar el riesgo de formación de cálculos biliares. Otros estudios apuntan a problemas de tipo inmunitario, de coagulación de la sangre y glicemia en los diabéticos aunque estos efectos aún no están confirmados y únicamente se producirían en caso de consumo abusivo de omega-6. Lo que sí se ha demostrado es que un aporte elevado de ácidos omega-3 dificulta la absorción digestiva de la vitamina E. Por tanto, lo mejor es no pasarse con la dosis y, a ser posible, procurar que ésta proceda de la alimentación y sea prescrita por un especialista.


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